Friday, March 31, 2006

 

la danza del sol

Cuando el joven se anudaba la corbata frente al espejo, un rayo de sol se reflejó encegueciéndolo. Cayó hacia atrás. La cuerda que se había clavado en su pecho lo hacía sangrar profusamente. Iniciaba su rito de la danza del sol. Estaría hasta el anochecer bailando. Toda la tribu sioux cantaría. La sudación lo llevaría a la purificación espiritual y física. Con el sufrimiento testimoniaba la sinceridad y profundidad de la petición de paz y convivencia al espíritu tunwan: porque los hombres extraños que venían del Este ya comenzaban a matar los rebaños de búfalos y se apropiaban de los sembríos.

Hacía tiempo, según la tradición, dos sioux que estaban cazando vieron caminar hacia ellos una bellísima mujer enteramente vestida de pieles de alce. Uno de los cazadores, que la deseó, fue aniquilado por ella. El otro fue enviado al campamento con el encargo de decir a su pueblo que hicieran los preparativos necesarios para recibirla. La mujer traía consigo la pipa sagrada y los instruyó en los siete rayos en que debían utilizarla. A continuación, después de transformarse sucesivamente en cría de búfala, en búfala blanca y en búfala negra, desapareció.

Y ahora, ante el inminente peligro de los hombres extraños que venían del Este, todos rogaban a Wakan Tanka o "fuerza universal". Los niños eran encomendados a los espíritus guardianes de las estrellas. El humo de la pipa sagrada debería llevar sus plegarias hasta lo más alto del Universo. Había cánticos y danzas al dios del gran misterio. Los chamanes pedían, en el idioma ritual, wasicun o "medicina inmortal" para los guerreros que irían al campo de batalla...

El joven volvió a mirarse en el espejo. Una mancha de sangre mojaba su camisa. Se la cambió rápidamente. Bajó en el ascensor y, al salir a la calle, creyó ver miles de búfalos desangrándose...

Saturday, March 25, 2006

 

sombrero negro


Un sombrero negro se desplaza por el tiempo buscando una cabeza. Y en el tiempo hay de todo: tarros de basura con estrellas extinguidas, la sombra de la ira repartiendo monedas y descalabros, payasos fracturados, soñadores con ojos vaciados de luz, calles del Bronx donde negritos juegan con un lucero, lenguas y caricias, prostitutas en un barrio de Harlem esperando al novio de la juventud con el anillo de bodas, disecadores de lunas, cuervos que picotean mandíbulas de rinocerontes azules, mestizos ambiguos pintándose los labios en lupanares de Marsella, arboledas perdidas en la bruma, hazañas de guerreros mongoles, navíos extraviados más allá de todas las memorias, cráneos de filibusteros, voces podridas como hojas de distantes otoños, tibetanos translúcidos, muchachas suicidas en el Sena, ventanas untadas de sombras, estudiosos de palimpsestos en Chorzow, beduinos huraños comiendo serpientes, olvidos y tulipanes, caprichos de mujeres perversas, tobillos añorados, viejas tumbas en los espejos, bellas pupilas de ranas y venados, tinglados donde canta la tristeza, peluqueras nostálgicas, perros hambrientos de huesos de luna, frenéticas batallas con pelotas de nieve en Estocolmo, discursos de mandriles al amanecer, amantes que se despiden en Tel Aviv-Jaffa...

Cae el sombrero negro, boca arriba, a orillas de un bosque. Y comienza a llenarse de mariposas.

Saturday, March 18, 2006

 

el sendero de los orangutanes


Los orangutanes observaron con mansedumbre cómo talaban el último árbol del bosque mutilado. Y siguieron, nostálgicos, el sendero hacia los acantilados. Decía la leyenda que, en un tiempo remoto, el orangután y el hombre eran uno y el mismo. Integraban la misma tribu y recorrían las espesuras de los bosques con la certeza de no tener oponentes ni fronteras que abatir. En algún momento, miembros del grupo empezaron a comunicarse entre sí mediante un lenguaje nuevo y el orangután, cauto, al ver que los hombres abandonaban la selva y comenzaban a estructurarse en comunidades, ocultó su capacidad de hablar por miedo a que lo obligaran a trabajar. Y hubo dos senderos: el que transitó el humano para dar inicio a la civilización y el que el orangután, apacible y solitario, trazó desde entonces en las intrincadas espesuras...

El árbol sonó como un trueno al caer a tierra. Y los orangutanes sintieron como si les arrancaran la piel a cuchilla viva.

Después de varios días deambulando por roqueríos y terrenos calcinados, los orangutanes se organizaron: algunos buscarían semillas de nuevos árboles y los otros saltarían en bulliciosas rogativas para que el cielo les trajera la lluvia propicia...

Tuesday, March 14, 2006

 

seda púrpura

Quizá la energía azul era nuestro principio después de un universo colapsado en un irracional cataclismo. Y el viaje de la luz, por millones de años, desde galaxias extinguidas.

Había partículas, elementos, meteoritos, incertidumbres, antiquísimos dioses arrepentidos y de piel gastada sin rumbo por infinitos espacios desolados.

Estrellas que se alejaban, a velocidades cada vez más resplandecientes, y dejaban su huella luminosa a la deriva.

Interferencias de ondas y radiaciones desencadenadas. Longitudes lumínicas como flechas de fuego. Órbitas en espiral. Y una mecánica celeste de ordenamiento cósmico.

La Tierra se llenaba de destellos. A orillas del mar, un filamento incandescente en una caracola irradiaba el primer signo de vida planetaria.

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En un atardecer de ventiscas, él la contempló en su desnudez amada sobre la arena de la isla. Y el sol parecía hundirse entre sus senos palpitantes como en un oleaje de seda púrpura...

Friday, March 10, 2006

 

hermosos amigos

Desde que ingresé al manicomio enumero lo siguiente: soy Aristóteles los viernes, si no llueve. Aspiro opio imaginario en un fumadero furtivo de Changkian. Proyecto viajar en piragua desde Aitutaki hasta Rarotonga. Diseco diplodoscos que recolecto por los valles de Manchuria. Dibujo pequeñísimos conejos y faisanes, casi imperceptibles, porque aquí no permiten animales. Y otras vainas.

Mi compañero de cuarto se llama Ludwig. Es un ser increíble. Gentilísimo. A mi internación, me abrazó por un largo rato, me recitó un poema en sánscrito al revés, me regaló una manzana de piel arrugada que se convertiría en un planeta diminuto, habitable sólo por cigarras y soldaditos de plomo. Él es uno y múltiple. Él inventó el tiempo y los tiempos. Todas las noches me dicta un blog que transcribo como Mentecato. Cuando "Los fenicios", "yo ayudé en la construcción de la embarcación de los jóvenes fenicios", me contó. Cuando "El cuadernillo de guerra", "yo era el compañero de trinchera de Raymond Naegelen y, una vez concluida la guerra, entregué el cuadernillo a Marie Claire". Cuando "Alio alii dilapsi sunt", "yo también era esclavo en las galeras imperiales". Cuando "Umm ali", "yo era el dueño del merendero en Al Giza"...

Si estoy triste, él me hace morisquetas y me canta a lo Elvis Presley.

Una noche, en que no me había dictado ninguna narración, deambulé por los blogs de Armano, Kat, Liëröt, Lina Huang, Lila Magritte, Mágico, Rey muerto, Paulina, Ratoncilla, Noa, Unmasked, Fortunata, Artífice, dr. Vicious, Tatiana, Spiritus liberta, Niño melón... Pinché los comentarios de Lila Magritte: descubrí, de pronto, una letra 'a' con una picadura; luego una 'm' con una patita coja; después una 'i' inclinada como la torre de Pisa... Leí, juntando las letras atípicas: "Amigo Mentecato, yo también estoy recluida. Todos te damos la bienvenida a nuestro mundo..."

Revisé lo escrito por Paulina. Había letras con mordisquillos de castor: "Te estábamos esperando. Llevo aquí varios meses. Pero vivo con alegría, bailo, cultivo flores, canto canciones de amor..."

En Kat, las letras claves habían sido teñidas con alas de mariposas: "Sólo el amor te podrá dar de alta algún día, pero te llevará otra locura. Mi ventana del hospital tiene un panorama a bosques olorosísimos donde los secretos amantes se buscan por las noches. Encendemos fogatas y bailamos".

En Armano, los cortes a las letras habían sido hechos con la hoz de la luna. Todas tenían sombreritos con fulgor: "Qué bueno que hayas venido".

En Noa, con agua de islas se mojaron las grafías crípticas. Pececillos y caballitos de mar navegaban por entre las palabras: "Un beso para ti, Mentecato".

A Unmasked la noté algo irritada. Las claves eran gotitas de mermelada: "Estoy horneando un pastel para ti y no me resulta, caramba".

Mágico me aplaudió: "Eres un nuevo integrante de nuestro mundo mágico. Por mi nombre, concluirás que yo soy el presidente...".

El dr. Vicious había casi astillado las letras: "Idiota amigo, ya era hora que fueras inteligente y perspicaz...".

Fortunata había puesto pétalos como hilito de Ariadna: "Estoy regando mi jardincillo en el alféizar. Mi cuarto en la clínica da a las aguas del Mediterráneo. Te mandaré una cesta con fragantísimas manzanas y alelís recién cortados desde la hermosa España".

No pude continuar...

Corrí donde Ludwig y le conté todo. Nos abrazamos, reímos, saltamos. Intenté cantar a lo Elvis Presley.

Al día siguiente, Ludwig, antes de entrar a las sesiones de electrochoque, me abrazó con cara de duende: "Tenemos hermosos amigos que nos aman..."

Wednesday, March 08, 2006

 

el ático secreto

A pesar de las incertidumbres, los días eran cálidos, perfumados. El vientecillo del otoño traía enredados sonidos de distantes campanarios y arboledas. Y Lila M. regresó a casa por el mismo atajo de las tardes, una callejuela que circundaba el parque donde los cisnes navegaban interminablemente la música del agua.

En la mañana, Hans, su compañero de Arte renacentista, la había invitado a la cafetería de la facultad. Charlaron, rieron, él indagaba de su vida y de su familia, leyeron poemas de Heine. "La poesía siempre será mi ático secreto", se prometió...

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Ya rapada, y cuando el agua cayó en su cabeza, rememoró la noche del ruido de frenadas, la puerta de calle destrozada, los gritos de ira, los golpes inclementes, el bello rostro de Hans entre los nazis que los empujaron al camión. Y el viaje en tren a Auschwitz en que tiritaba de perplejidad, apretujada por una muchedumbre silenciosa.

Caminó vestida a rayas hacia una de las barracas. Y cruzó los brazos en demanda de tibieza.

Alguien, casi translúcido, escribía en el ático secreto: Vuelen, naden, broten, amen. Hagan arder el Universo con el calor de la Creación.

Monday, March 06, 2006

 

los fenicios

Siempre que el pequeño Kur iba a las orillas del Mediterráneo, alzaba los puños frente al mar y gritaba hasta enronquecer. Soñaba con navegar hacia el oeste y descubrir otros mundos...

A los 19 años, su abuelo paterno lo mandó a buscar: "Sé de tus sueños de navegante. En este cofre hay joyas de oro que hurté de tumbas reales en las correrías de mi juventud".

En los astilleros de la ribera, le construyeron una embarcación con madera de cedro. En la proa, un friso zoomorfo representando la cabeza de un caballo. Un palo maestro para sostener la vela rectangular, orientable a la dirección del viento. Por timón, un remo con las palas asimétricas muy amplias, sujetas al lado izquierdo, muy cerca de la popa...

Día tras día, Kur y sus camaradas de viaje rogaban por los vientos propicios junto al agua.

Una mañana, los pájaros de alta mar anunciaron los vientos de la buena navegación. Los jóvenes fenicios encumbraron la vela y la embarcación arremetió contra las olas. Kur, hechizado en la proa, alzó los puños y gritó, mientras el soplo del mar lo embriagaba de delirios...

Friday, March 03, 2006

 

el loco

Al artesano le habían encargado una corona de espinas para el loco que los romanos habían arrojado a las mazmorras. Sin embargo, cada vez que intentaba trenzarla, sus ojos se llenaban de lágrimas...

Una noche, le cuenta a su esposa que había soñado con un hermosísimo ser de mirada brillante y triste. "Para qué más dolor con una corona de espinas", le había suplicado al artesano con una humildad conmovedora...

"No la hagas, aunque los romanos te flagelen", le pidió la mujer.

A la mañana siguiente, lanzó las ramas y una espina le provocó una súbita herida en la mano; pero, en vez de sangre, exhaló un suave perfume a sándalo que persistió en la casa por varios días...

Wednesday, March 01, 2006

 

alii alio dilapsi sunt

Mantuvo una diminuta luciérnaga en la palma de la mano. De pronto sintió un chasquido de luz. Sabía que las hembras de la familia lampyridae o elateridae o phengodidae imitan las llamaradas de las hembras de otras especies para atraer a los machos y devorarlos. Contempló, desgarrado, cómo se alejaban sus amigos en el último día de la infancia. Leyó en su tablilla de cera una frase que su maestro le había dictado: Alii alio dilapsi sunt. ¿Nunca más volvería a ver a sus amigos, ya que con su familia emigraba de Roma a Cartago? Y no sabía si lo iridiscente de la luciérnaga era verde o amarillo, pues todo se obnubilaba a través de sus nacientes lágrimas...

Años más tarde, cuando los romanos arrasaron Cartago y a él lo esclavizaron en las galeras imperiales, recordó el último día de la infancia, sus amigos que se alejaban, la luciérnaga en la mano y la frase en su tablilla de cera: Alii alio dilapsi sunt (Cada cual se fue por su lado)...

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