Friday, November 17, 2006

 

la energía de la luz


En el inicio de todo lo vivo, seres infinitamente pequeños urdían, en la trama de las afinidades verdes, energías, material hereditario, se reconstituían núcleos en las orillas de lo visible, purpúreas oxidaciones elaboraban imágenes y sonidos, se trazaban nuevas construcciones de clorofila, la cubierta vegetal regeneraba el oxígeno del aire, se sustituían sombras por llamaradas a flor del humus, las semillas se alzaban hacia todos los cielos y, en una arquitectura alada, conformaban los bosques y sus frondosidades y nervaduras llenas de pájaros...

Por un recodo de la colina, aparecieron los conjurados con el cadáver de la condesa que habían acuchillado: la aristócrata, por años, raptaba a las doncellas de los pueblos aledaños a su castillo, las violaba y, en un rito demoníaco, las asesinaba para beber su sangre, porque creía que la sangre adolescente le permitiría vivir una sempiterna juventud...

En una grieta del bosque, la lanzaron en una mortaja de la que fluían líquidos sanguinolentos.

Uno de los conjurados, al llegar a su casa, besó y acarició a la hija que acababa de nacer...

Años más tarde, una adolescente pasó por el mismo lugar en donde yacían los restos de la condesa, oxidados por parásitos recicladores de lo inerte. Un coleóptero bañado de arco iris se cruzó en su camino hacia los fresnos cenicientos. La joven lo mantuvo en su mano, como presagio de buena fortuna, y pensó en el muchacho con el cual se reuniría: tendrían sueños de alcoba, hijos que vendrían con las características de ambos... La vida sí que sería hermosa...

Mientras, la naturaleza en el imperio de lo sorprendente y mágico continuaría con la reproducción de la trama de lo infinitesimal, se filtrarían los rayos del sol con su energía universal por las arboledas, los musgos taparían grietas y ramificaciones orgánicas, las raicillas bajo tierra buscarían los hilillos del agua, las noctilucas acumularían estigmas estrellados en su citoplasma, los dinaflagelados emitirían destellos luminosos, las dinofíceas con sus largos cuernos transparentes proseguirían la cadena evolutiva, el polen viajaría, enigmático y heroico, por el aire, en las alas de los insectos, en los pájaros, una y otra vez, interminablemente...

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