Saturday, July 31, 2010

 

las esferas del tiempo


Solía frecuentar el taller de relojes en la calle de mi infancia. De a poco, fui aprendiendo que el trinquete mantenía la tensión del muelle real cuando damos cuerda. El rubí, a su vez, mantenía el aceite en su parte cóncava para que el rozamiento de los pivotes fuera mínimo y así evitar su desgaste. Aprendí también que el rubí del puente de volante estaba compuesto por un chatón con doble piedra y un amortiguador llamado incabloc, cuya función era prevenir la rotura del finísimo pivote del eje de volante en caso de golpe.

Una vez me dormí cuando contemplaba el áncora que mandaba oscilar al volante. Una voz me dijo: El tiempo no se detiene. Y el río lo lleva todo al mar, ese que alza su brazo en cascada para simular una ola que barre y limpia y renueva.

Y las piezas del reloj volaban: los barriletes se enrollaban en una energía azul; el escape bailaba en un balanceo constante; la platina buscaba el origen del tiempo; la corona parecía una golondrina vertiginosa entre los tornillos; los rubíes constelaban el Universo; el espiral crujía como alucinados grillos...

Mi madre, entretanto, copiaba un modelo de vestido que había usado Ava Gardner en la presentación del filme "Mogambo" (Vic Marswell -Clark Gable- es un cazador que organiza safaris. En su pequeño hotel se encuentra hace algún tiempo la atractiva Eloise Kelly -Ava Gardner-, con la que Vic ha iniciado una relación. Llega un matrimonio estadounidense que ha contratado los servicios de Marswell para filmar gorilas en libertad. La esposa -Grace Kelly- queda impresionada por el maduro cazador y se enamora perdidamente de él. A su vez, Marswell se siente halagado y se cree también enamorado de ella. Eloise contempla la situación con celos, dolor e incredulidad. Al parecer, las relaciones entre ambas parejas se van a romper irremediablemente).

Mi madre una tarde (días antes de fugarse a París con un turco traficante de gemas) me contempló con tristeza y me abrazó. Nunca más volví a verla.

Al despertar de mi sueño con las piezas del reloj volando, creí estar en el momento en que el Conejo Blanco, al pasar por el lado de la estupefacta Alicia, exclamó: ¡Dios mío! ¡Dios mío! ¡Qué tarde voy a llegar!...

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