Sunday, December 27, 2009

 

y que la magia continúe

¿Dónde? En cualquier lugar. En ustedes. Siempre.

Un abrazo,

Mentecato

Thursday, December 17, 2009

 

el equilibrista chino


La bailarina lo esperaba con una daga de sultán en la mano. El caleidoscopio multiplicaba su pintarrajeado rostro que intentaba ocultar las cicatrices de las quemaduras que el equilibrista chino le había proferido con una tea encendida en la noche de carnaval. "Ya no te amo", le había asegurado ella mientras patinaba por la pista vestida de ángel. El equilibrista chino no soportó el desamor y planificó quemarle el rostro antes del baile de máscaras. Horas después, preparaba una sopa de tortuga según una nueva receta: Se hace un buen caldo con la carne de tortuga, bien blanda esta carne se pasa por gibe y se une al caldo, se agrega una copa de vino blanco, sal, un diente de ajo machacado, mezclado con zumo de cebollas, pimienta y se da color con azafrán tostado. Se deja hervir un buen rato, se colocan en la sopera rebanadas de huevos duros y de pan frito cubriendo con el caldo. "Yo sí que la amo", se dijo rechinando los dientes. Hizo ejercicios de chi kung ante el espejo (con el chi kung pretendía eliminar la tristeza, el odio y apaciguar el corazón). Sus ojos rasgados emitían el brillo del filo de dos cuchillos resplandecientes. De una caja extrajo un kimono de verano (yukata) y lo desdobló sobre la cama. Se desnudó ante el espejo y, lentamente, retiró la venda que apretaba sus senos. Desamarró el pene de goma de entre sus genitales y contempló su vulva (todas las secreciones y fluidos del útero y vulva de la mujer china constituyen la esencia yin, la cual es un revestimiento necesario para permitirle al semen masculino convertirse en embrión. La mujer contiene un depósito de esencia yin inagotable, a diferencia del hombre cuya cantidad de esperma es limitada. Dicha esencia es activada con la excitación sexual y, por esa razón, el orgasmo femenino fortalece su energía vital, mejora su salud, prolonga su juventud y potencia. El contacto sexual cumple un doble objetivo. Por una parte, tiene como fin la concepción para que el hombre cumpla su papel en el orden universal al perpetuar la familia. Este es un deber sagrado ante sus ancestros, ya que la felicidad de los difuntos se asegura con los sacrificios de los descendientes en la tierra).

Ciega de ira, la bailarina alzó la daga...

Saturday, December 05, 2009

 

el hombre del sombrero verde


El hombre del sombrero verde que habla por teléfono en la caseta ubicada en la intersección de las calles Zabrze y Bydgoszcz morirá en 2 horas y 15 minutos más. La ciudad polaca resplandece después de la lluvia de la mañana (una bandada de charranes árticos vuela y se pasea en la perpetua luz del día. Están agitados. Un par de gaviotas hiperbóreas, ladronas de polluelos y huevos, las formidables depredadoras del Ártico, se acerca del este. Los charranes se defienden con ferocidad. Muestran sus picos rojos y se convierten en una nube de objetos cortantes.

El truco funciona. Las gaviotas pasan de largo y se dirigen tierra adentro, revolotean sobre un par de eiders con sus nidos en el suelo, una jauría de perros de trineo y un caribú solitario se alimentan en la tundra.

Es una típica noche de verano en Svalbard, un refugio totalmente atípico en el Ártico con una extraordinaria variedad de vida silvestre. Pocos lugares en la región circumpolar pueden compararse por su biodiversidad. Los osos polares prosperan aquí. Aproximadamente la mitad de 3.000 osos de la población del Mar de Barents cría a sus cachorros en las aisladas islas del archipiélago. Las aves marinas migran a Svalbard por millones. Cinco especies de focas y 12 tipos de ballenas se alimentan en estas aguas. Las morsas atlánticas también se alimentan hasta saciarse de las almejas que crecen en la plataforma poco profunda del Mar de Barents. En la tundra de las planicies y en los valles de Svalbard, los renos pastan y los zorros del Ártico cazan lejos de los depredadores.

Los caribúes aquí, como el lagópodo, se olvidan de los ritmos nocturnos que gobiernan la vida de la mayoría de los animales. Comen y comen y comen y comen, descansan un poco y vuelven a comer, independientemente de la hora.

Las ricas aguas que pasan junto a la costa también traen consigo una gran variedad de aves marinas cada año. En mayo y junio, cuando el hielo se retrae y la tundra se limpia de la nieve, más de tres millones de aves migran a Svalbard por la seguridad que ofrece para reproducirse y por la gran cantidad de alimento disponible.

Para los humanos es un lugar inhóspito, austero y despiadado. Más de la mitad de la masa de tierra está cubierta por hielo glacial).


El joven cierra la edición de abril de National Geographic y besa a su novia que regresa de su clase de música. Entran al café Hatshepsut en la intersección de las calles Zabrze y Bydgoszcz. Se casarán el mes venidero.

El hombre del sombrero verde termina su conversación telefónica y se aleja por la calle Bydgoszcz en dirección del puente Lesczinski, donde se reuniría con los conjurados en el golpe de Estado.

A orillas de la selva, los cazadores furtivos encuentran restos y huellas delatoras de un jaguar. Ansiosos, disparan desde una distancia demasiado lejana.

Y el hombre del sombrero verde cae con el cráneo destrozado...

Thursday, December 03, 2009

 

el perro andarín y el cangrejo







Tengo nombre. Todos me conocen como el señor Antúnez. Mi cédula de identidad es la número 12.765.458. Ingeniero de profesión. Pero soy un perro andarín. Caminaba por la calle Biarritz y al ver la publicidad luminosa de una veterinaria entré sin vacilación. La secretaria se sorprendió al pedirle consulta de salud (quizá por jocosidad me anunció al médico). Este, al verme, me inquirió por el motivo de la visita.

-Soy un perro andarín, doctor, le aseguré. Y quisiera que me revisara, aunque no tengo ningún síntoma.

Él, siguiendo la cuerda lúdica de la secretaria, me pidió que me extendiera en la camilla de diagnósticos. Hizo un exhaustivo examen de cabeza a pies. Y me palmoteó:

-Tal como dice usted, tiene una salud magnífica.

Le agradecí y pasé a dejar el valor de la consulta a la secretaria. Ella me susurró:

-Señor, vaya a ver un siquiatra.

Y me ladró 'guau, guau'. Y 'guau' le respondí.

Fui al siquiatra. Pasé a una salita muy cálida. Le conté que era humano pero, no sabía si, a la vez, era un perro andarín. O simplemente era un perro andarín y me creía humano.

El profesional de la mente se acercó a mí hasta casi tocar su nariz con la mía, y me confesó: "Señor perro andarín o humano, aunque usted no lo crea yo soy un cangrejo".

Salí de la clínica un tanto perplejo; llamé a mi esposa. Y busqué un árbol, porque sentí deseos de orinar...

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