Sunday, April 16, 2006

 

el umbral


Cruzó el umbral casi imperceptiblemente. Sólo hubo un airecillo de alas de pájaros cuando se posan en las ramas... Caminó por la calle llovida. Sus pasos tenían ecos de lejanos ríos. Ya no había gente. Respiraba estremecido. Botó la valija: rodaron muñecos de aserrín, piedras luminosas encontradas en el bosque, hojas de girasoles, partituras desteñidas, naipes con historietas mágicas, tristezas oxidadas, vidrios opacos que atrapaban el sol, máscaras venecianas, plumas de pavos reales, un misal gastado, acertijos, un boleto para el filme "Historias de Filadelfia"...

De súbito, levedad de pasos. Parecía elevarse y flotar. En la primavera anterior, había conquistado la cumbre de un árbol bullicioso de pájaros. Y era uno más de la bandada...

Ahora casi volaba.

Ya no sentía las uñas, la piel, los ojos, el pelo. Se expandía. Soltaba amarras de sus orillas terrestres. Sólo había rumor de ríos verdes por entre el follaje del aire.

Dejó de sentir. Parecía ser parte de una gran esencia que todo lo penetraba como un soplo.

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El padre mantuvo abrazado al niño hasta que se disipó la tormenta...

Monday, April 10, 2006

 

la luz del Universo

El viajero comenzó el sendero por oscuros humedales, la misma ruta seguida por antiguos navegantes...

El camino era de soledad horrenda. Vacío ancestral y presagios de quebraduras, desfiladeros y naufragios. Sin embargo, presentía la presencia de un ser amado...

Presentía honderos borrachos, cuchillos ensangrentados, pasos sigilosos por entre los riscos, huidas y escondrijos, arqueros en el amanecer, arcabuceros voraces.

Presentía batallas encarnizadas, graznidos sin destellos, esclavitud implacable y dueños de mirada turbia, sangre alada cayendo por los acantilados, éxodo de multitudes.

Presentía, con hondura de corazón, la plenitud del ser y la libertad por espacios cada vez más vastos y celestes.

Sintió caer en un lecho de ramas y hojas. Había muros que lo circundaban. A ciegas, buscó intersticios en la estructura...

De pronto, sobre su cabeza hubo suaves picoteos. Su madre, una bellísima águila real, parecía decirle: Una vez que tengas en ti la luz del Universo, podrás volar majestuosamente.

Monday, April 03, 2006

 

el arco iris

Delfines saltaban en el agua de su alma y lejanos sentimientos aún palpitantes flotaban corazón adentro. El anciano Paul Guiraux, de 85 años, pasaba los días de hospital rememorando: era la Gran Guerra de 1914. Él y sus camaradas franceses se hallaban inmovilizados en las trincheras de Argonne. Y alguien había escrito:

Las horas se deslizan lentas, pero inexorables. Nadie puede tragar nada, porque tenemos un nudo en la garganta. Siempre, siempre la idea angustiosa de si dentro de unas horas estaré aún en este mundo o no seré ya más que un cadáver horrible despedazado por los obuses. Sin embargo, se aproxima la hora H. No quedan más que treinta minutos, veinte, diez, las agujas del reloj avanzan constantemente sin que nada pueda pararlas; no separo de ellas los ojos y cuento... Con el bolsillo abarrotado de cartuchos y el fusil de un muerto en la mano, me levanto lentamente sobre las rodillas. Las 17.58, las 17.59..., las 18.00, abro la boca para gritar: "¡Adelante!", cuando me ciega un fogonazo rojo que me tira al suelo. Tengo atravesada la rodilla derecha, una herida en el vientre y otra en la mejilla. A mi lado, otros caen heridos, muertos...

El día anterior, después de la lluvia, se había formado un arco iris sobre las líneas enemigas...

Cuando tenía seis años, él iba con su madre por los caminos de Aurillac. A lo lejos, un arco iris sobre los bosques. Había preguntado "¿Qué es el arco iris?" Y ella le había respondido con una dulcísima voz: "El arco iris es el techo de la casa de los sueños".

Quizá, ahora, el arco iris sobre el campo enemigo era el techo de la casa de los sueños alemanes: no ganar la guerra, sino volver pronto al hogar...

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