Monday, October 16, 2006

 

carnaval de venecia

La seda de las sábanas reflejaba la luz de su cuerpo desnudo. Había destellos de piernas, caderas, pezones irisados. Y en el pubis yacía un diáfano manantial de seda arrugada.

Leonora recordó, para el primer día de carnaval, la frase latina Semel in anno licet insanire ("Hace bien enloquecer una vez al año"). Puso oídos a una distante música de Vivaldi. Y cantó envuelta en el sol que se derramaba como miel ardida sobre la cama.

Desde la silla, caían, en bella cascada, el traje, el tabarro (especie de capa negra) y la larva o volto (máscara blanca) que llevaría en el día del volo de la colombina (pájaro mecánico volando desde la torre de San Marcos en la iniciación del carnaval).

La muchacha se contempló en el espejo: su larga cabellera rubia se deslizaba por los hombros desnudos y sus ojos celestes brillaban intensamente.

En la noche, viajó por el canal hasta integrar las campagnie della calza y desfilar por la ciudad. Y luego a los salones de baile del lujoso Regina Hotel. Al ingresar, alguien, quizá un noble como aquellos aristócratas del siglo XVII, maschera nobile, la tomó de la mano y la llevó al centro de la pista. La voz de su acompañante era honda, casi turbulenta, enigmática, seductora. Después de varios bailes, el hombre le pidió que se fugaran a algún lugar más íntimo. Se sentaron en un pequeño café a orillas del Gran Canal. De pronto, fueron invadidos por una comparsa de disfrazados que los rodearon cantando y les arrebataron las máscaras. Y los disfrazados huyeron despavoridos, porque debajo de las máscaras no había nada...

Leonora se despertó angustiada por la pesadilla que había tenido. Se levantó y, luego de la ducha, se contempló en el espejo: su larga cabellera rubia se deslizaba por los hombros desnudos y sus ojos celestes brillaban intensamente.

En la noche, viajó por el canal hasta integrar las campagnie della calza y desfilar por la ciudad. Y luego a los salones de baile del lujoso Regina Hotel. Al ingresar, alguien, quizá un noble como aquellos aristócratas del siglo XVII, maschera nobile, la tomó de la mano y la llevó al centro de la pista. La voz de su acompañante era honda, casi turbulenta, enigmática, seductora. Después de varios bailes, el hombre le pidió que se fugaran a algún lugar más íntimo. Se sentaron en un pequeño café a orillas del Gran Canal. De pronto, fueron invadidos por una comparsa de disfrazados que los rodearon cantando y les arrebataron las máscaras. Y los disfrazados huyeron despavoridos, porque debajo de las máscaras ambos tenían el rostro con horribles quemaduras...

Paul contempló a Susan, su nueva compañera de la noche en la recepción del Regina Hotel de Trenton, Nueva Jersey. Se veía aún más hermosa en duermevela: su larga cabellera rubia se deslizaba por los hombros de su uniforme de recepcionista. El muchacho le apretó un brazo y le dijo: "Susan, ya hemos terminado el turno".

-Sí, sí -musitó ella-. Y sus ojos celestes brillaron intensamente.

Contó el mal sueño que había tenido. Y su compañero sonrió.

Después de ponerse el abrigo, caminó hasta la esquina a esperar el bus 52. Una vez en su departamento, encendió la lámpara y vio, estupefacta, que desde el sofá del living caían, en bella cascada, el traje, el tabarro (especie de capa negra) y la larva o volto (máscara blanca) del sueño.

Y corrió, palpándose el rostro, a mirarse en un espejo, porque creyó tenerlo con horribles quemaduras...

Comments:
Anduve en el carnaval de Venecia y no te encontré Mentecato!¿Dónde estabas?
Qué cuento notable!
Gracias por esta ofrenda que navega por el cosmos, y acaso llegue también a otros mundos de orugas y naves y mujeres ardientes, pesadillas y carnavales.
Un abrazo muy apretado

Ah, yo también espero "la monja enana"
 
La llamaban Leonora, como la de los sueños del poeta que fumaba opio y que conversó una tarde en el fragor de sus recuerdos con aquel cuervo adusto que solo versaba un ¡Nunca más!
Leonora, en el sopor de una noche sin antifaces, desnuda y ardida brillando bajo la luna en la ciudad de los encuentros y los espejos repitiendo historias infinitamente, de una fatamorgana nocturna y dolorosa.
Espero hallarte al final del camino envuelto en pétalos de opio en este universo donde convergen todos los carnavales.

Mi beso reverente
 
Bella amapola como la de los campos quee adormecieron de poesía a Dorothy en el Mago de Oz.
Visitémonos siempre y dejémonos mensajes como huevitos de Pascua.

Un beso para ti y otro para este mentecato que inventa los puentes.
 
Yo felíz Teresa y dejo más besos a este constructor de senderos imposibles
 
Ay, Mentecato, parece que la vida nos tenía que poner en contacto, porque teníamos mucho en común, anhelos, amigos y un deseo inmenso de estar vivos y concientes de pie sobre la tierra... mientras dure y vengan otros a despedirnos.
Hasta pronto amigo Mentecato
Su admiradora
Therese
 
es increible como logras atrapar siempre en tus encantadoras letras, logras hasta que uno se sienta la protagonista
si, escribes divino
gracias por tus saludos, ese Sr.Pasado, es pasado, ya se fue hace mucho tiempo y sin sombrero
el Sr.Futuro...uiii es como dificil pensar en eso, las personas llegan a la vida de uno magicamente
vuelo en estos momentos, vuelo en mil sueños
eres un encanto, te dejo besitos y muchos cariños
todavia no he podido viajar por algunos problemas
de todas maneras te avisare
besitos y cuidate



besos y sueños
 
Hermoso cuento.

Chiang Tzu soñaba que era mariposa, o sería la mariposa Chiang Tzú?

Menuido dilema

Saludos
 
Tus relatos siempre me llevan de acá para allá... tú palpas lapiceros, verdad?

Besosss de lápices vivos.
 
A mi me vendria bien algun minuto de cordura.

¿Que sucederá el día que como mascaras se desplomen nuestras pantallas y veamos el rostro del otro, quizá quemado, que encarcela el alma? ¿Será como la vision de Dios que nos dejaría atemorizados y sin palabras?

Lo sabes bien, me encanta leerte. Sigo esperando a la monja enana.

Me gustaria apoyar la cabeza en el hombro de mi querido hermano, en esta tarde lluviosa y melancolica, mientras me cuenta historias de casas que se sujetan sobre palillos y tiemblan cuando vuelan las gaviotas; de aborigenes australianos que suenan caracolas para llamar a un barco cargado de mujeres adornadas con joyas, de oro y pedrerías, que engatusan con palabras almibaradas ........y adormecerme con el arrullo de sus bellas palabras y olvidar que hay dias que están llenos de tristeza.
 
Bravo! Narración que atrapa, sutileza iágenes poderosas

abrazos
 
Estoy ante la pantalla de un cibercafé y mientras te leo comienzo a ver la piel, la máscara, las quemaduras, el reflejo enmascarado que navega en una góndola rescatando los sueños atrapados en la red. Todos nuestros sueños que arden como estrellas cuando vuelan, libres, en tu espejo, Mentecato.
 
Un cuento inmenso, deslumbrante como el propio carnaval de Venecia. Abrazos.
 
Pues...
de nada pues Señor Escudriñador...

Fue un agrado leerle...
espero lo sea también para usted... si el hecho ocurre por mis lares.

Abrazos y Afectos por Doquier.

HdQ
 
Un relato genial y un sitio diseñado para volver.
un saludo
efe
 
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